viernes, 2 de mayo de 2008

EL DEFENSOR DEL ORDEN

Una persona inmersa en el perfeccionismo, no soportaba los cambios de ningún tipo, al entrar a su casa se podía ver un ambiente desesperadamente limpio, todo era tan perfectamente ordenado que el solo hecho de sentarse en una silla te hacia sentir sucio, no lograbas ningún tipo de inadaptación, su ropa era perfectamente ordenada, de la mas vieja hasta la que aun se le sentía el olor del almacén, los colores que usaba no eran tan diversos en el closet solo podías ver el blanco el negro, sin embargo todo era totalmente calculado, el espacio entre estos dos colores, las prendas sobrepuestas dedicadamente, nunca se supo donde estaba la ropa sucia no se sabe si se permitia volverla a usar. No se puede estrechar su mano para saludarlo, no quería imaginarlo buscando escuzas para irselas a lavar. Mas de cinco años frecuentando su casa, era como el cielo, todo era blanco paredes, pisos, muebles, las luces. Desde que lo conozco nunca pude ver las cosas moverse de su sitio, era como si desde siempre hubieran estado allí, arraigadas al suelo y quizás también temerosas al cambio.

Nada en lo que el pueda estar involucrado podrá salir como se desea si no es inspeccionado minuciosamente, "las cosas nunca salen como quieres si tu mismo no las haces" dice, mientras sus ojos revoloteaban por toda la casa como tratando de buscar algo que debe ser devuelto a su lugar. El ángulo de noventa grados que formaban su muebles, la cama ubicada exactamente en el centro del cuarto, sin hablar del plano horizonte blanco de sus sabanas. No se puede hablar de su trabajo, hace cinco años que no lo tiene, un ingeniero civil se vio forzado a abandonar su sueño por una demolición mal planeada que permitio que un escombro destrozara su pie derecho. Un seguro pagara su vida, pero no se la devolvera.

Recuerdo ese primer día en que fui contratado para servirle, al llegar a su casa vi aquel anciano con gabán y boina negra tratando de abrir la reja de su casa mientras la espesa lluvia caía sobre él, las tres llaves del mismo color y de la misma marca no le permitían distinguir cual de ellas le salvaria del aguacero que lo acechaba. Déjeme ayudarle le dije, pero como las cosas tenían su orden, primero había que preguntar quien es usted, como se llama, por que se acerca a mi sin conocerme, que le hace pensar que yo le daría las llaves de mi casa.... soy la persona recomendada para colaborarle en su casa, le digo mientras deja caer las llaves de sus manos arrugadas y engarrotadas por la lluvia. Tuve suerte al intentar con la primera llave que utilice, por que esta seria la que abriría la puerta. Escampamos en el corredor de su casa y volvió y pregunto mi nombre. Después de unos minutos de ver como caía la lluvia dijo: hoy es un día fatal para mi, llego tarde a mi cita medica para que me digan que las terapias que con las que me han torturado tanto tiempo no lograran que camine bien de nuevo y ahora esta lluvia refregandome en la cara mi desgracia. Deberíamos de entrar a la casa, hace frió y depronto se acrecienta su desgracia, le dije. Al escuchar las imprudencias que salían de mi boca pensaba en que tan poco habría de durar mi trabajo. Pensé, no creo que haberle hecho los mandados al viejo hubiera sido tan difícil. Entonces el me pasa otro juego de tres llaves y me dice en forma sarcástica, espero que con estas tenga la misma suerte que con las primeras.

Ya son cinco años de hacer mandados, y aunque a aun me pregunte el por que lo único negro que usaba era su ropa y que pudo ser de su pasado, siento que desde el primer día de mi trabajo, un anciano me demostró que la edad no borra los sueños y que las ganas de vivir se comparte con aquellos seres que respiran tu mismo aire.