viernes, 6 de febrero de 2009

LECTURA Y ESCRITURA, FACULTADES PARA LA EMANCIPACIÓN DEL HOMBRE

Octubre 25 de 2007
Existen diversas formas de comunicar, y cuando se está frente a esa posibilidad, se encuentran la lectura y la escritura como aquellas alternativas que permiten hacer un viaje constructivo para enriquecer el pensamiento. Estos dos conceptos, se complementan en la práctica, enriquecen entre sí al individuo y lo ayudan a ampliar la visión que tiene sobre el mundo. De aquí, surge la importancia de hacer uso correcto de estas herramientas y de las estructuras que las componen, para iniciar un proceso de entendimiento y reflexión donde se amplía la imaginación, haciendo uso de aquellas habilidades mentales que aún no han sido exploradas, no porque sea una tarea imposible, sino por aquella incapacidad que posee el hombre para valerse de su propio entendimiento[1].

El individuo es preso de una normalidad que no le permite descubrirse a sí mismo. Esta forma de ser lo encierra en un círculo vicioso, donde las malas costumbres del entorno social, pueden ser la mayor causa de su despersonalización, convirtiéndolo en un sujeto más de las vivencias cotidianas. Es por ésta razón que el concepto de valoración es visto como la clave de apertura al entendimiento, porque es participativo e incluyente, sin embargo, no debe ser confundido con un cierto tipo de adaptación a la que se ven sometidas las personas. Aún así, parece que es difícil percatarse de la solución que se ofrece a esta problemática, la cual radica en una práctica que ha enriquecido al hombre desde siglos atrás; esta práctica es la lectura.

La lectura es vista como aquel boleto que invita a dar un paseo por ese infinito mundo del conocimiento, alejando los malos hábitos de las mentes inmersas en el caos de la sociedad y permitiendo ampliar las perspectivas de aquello que se creía idealizado. El ser humano no ha logrado superar el miedo que le causa el descubrir nuevos mundos, y peor aún, darse cuenta de qué tan ignorante puede llegar a ser; ésta puede ser la razón por la cual libros con gran riqueza informativa son devorados por las polillas, antes de siquiera haber sido ojeados, ahogando la posibilidad de ser desglosados, disfrutados y hasta reinventados.

Los textos tienen recluida una cantidad de información que el hombre no alcanza a imaginar. Estos métodos, formas y pensamientos que han tintado la historia a través del tiempo, han sido redactados para dar vida a las nuevas culturas contemporáneas, logrando avances científicos y permitiendo el desarrollo a gran escala de naciones que le han dado importancia a la implementación de procesos educativos, que formen una visión creativa y progresiva en la juventud, quien será la encargada de mantener dichos ideales.

Leer permite tener un cierto control sobre el mundo. Se constituye en un medio para la idealización, la transformación y el alcance de un fin determinado; pero más allá de esto, la lectura se convierte en sinónimo de liberación del pensamiento, la apertura a nuevas formas de interpretar la realidad, rompiendo las barreras de las imposiciones sociales. La lectura abre las puertas de la imaginación y permite que esos mundos soñados por los escritores entreguen sus secretos
[2]. Por esta razón, es necesario tener una actitud crítica frente a esas ideas que llegan a la mente, para poder interactuar con ellas y de ésta forma, enriquecer los razonamientos propios del ser.

Hacer un buen uso de la lectura conlleva a la eficacia en el manejo de la escritura, y más que ésto, sentir como responsabilidad personal, la fuerza y la convicción de lo que se quiere dar a entender.

La letra ha dejado una marca en la historia, permitiendo grabar en el papel las ideas que han trascendido en las culturas e instruyendo las generaciones a partir de pensamientos establecidos. La escritura es memoria y acumulación de conocimiento. Esta práctica es generadora de creatividad, invita al escritor a trasformar la realidad en un mundo de ideas que deben ser contadas, con la capacidad de convertirse en imágenes para el lector.

Escribir es sinónimo de creacion, las palabras abandonan el pensamiento del escritor para convertirse en reproductoras del saber. Todo lo que se incorpora como lector, influye en lo que se produce como escritor, por ello, lo que se lee es tan importante como cuanto se lee. La lectura y la escritura poseen una relación inquebrantable; la lectura incentiva a la escritura, brinda las herramientas que se deben conocer para escribir, otorga perfeccionamiento y enseñanza; es un viaje entre imágenes idealizadas, una retrospección del pasado y la reinvención del futuro.

El hombre posee las alternativas para iniciar el cambio; una mirada expansiva hacia un futuro donde el conocimiento se convierte en el arma más efectiva para combatir la ignorancia y los malos hábitos a los que está acostumbrada la sociedad.

Leer y escribir son entonces, el camino hacia el cambio; un acto voluntario de identidad, una vida en la que los libros son luz y compañía en la cotidianidad del individuo, la apertura a nuevos procesos creativos, porque es visto que el papel y la palabra tienen más peso en la historia que los seres de carne y hueso.


[1] Emmanuel Kant, La ilustración, Europa, Siglo XVIII.
[2] Friedrich Wilhelm Nietzsche, Alemania 1844.

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